martes, 10 de agosto de 2010

La casa de las líbélulas







Cuando era pequeña soñaba con tener amigas y amigos diminutos  con alas de libélula. Pequeños seres mágicos que al posar en ellos  mis secretos  sonreirían con amor y me alentarían, revoloteando a mi alrededor, incitándome a ser yo, y no aquella que la mayoría de los adultos que me rodeaban querían dibujar sobre mi.  

Seres que podrían colarse hasta por el ojo de la cerradura del portón de la casa grande de mi abuela  para llegar a consolarme mientras la vida dormía su tediosa siesta bajo el sol de la siega de agosto, y yo  me sentía tan desterrada y sola.
  Seres que me mirasen cómplices y me alentasen disfrutones.
Seres con los que compartir los arañazos en las piernas, los vértigos sobre  los árboles y los anhelantes  amores y  exóticas aventuras de los libros de los mares del sur.
Seres amantes de recónditos y frondosos lugares donde pintar los días de colores en vez de dejarlos escapar en blanco y negro.    
 Seres de transparencias azules, verdes y marrones tan intensas  que no hubiese en el mundo joya que las pudiese igualar.

 Y esta primera semana de agosto, en un apartado río, estalló sobre mi aquella  alegría infantil. 

No sé como son las experiencias religiosas porque nunca las sentí, pero sentirme rodeada de libélulas, que no sólo se pasaban los días   posándose  sobre mi pelo, hombros, brazos y rodillas, si no que se dejaban invitar por mis manos fue lo más parecido a una comunión con el río  y sus seres jamás vivida por mi.

Sólo tuve que usar una frase:
- Hola preciosa ¿quieres subir? -

Y subieron todas y de todos los colores, sólo que hacer fotos y acordarme de darle  a la flor en vez de la montaña…me costó.
También hice un vídeo, que desde donde estoy, no lo doy subido. 

Pero hoy vengo aquí a contaros que ya puedo decir que colgué de sus alas mis secretos y los dejé prendidos en ellas sobrevolando el río, pero además que disfruté como una niña que comprueba que la magia con alas  vive allí, en esta  casa de las libélulas.  

Aquí os dejo en fotos parte de la secuencia. 




Además quiero contaros que recibí un hermoso premio de Sies...que en cuanto vuelva a casa compartiré y repartiré.
Besos libelulinos. 


8 comentarios:

marce dijo...

Que metáfora tan hermosa: donde pintar los días de colores en lugar de dejarlos pasar en blanco y negro.

Es un recorrido literario lleno de recursos, de sentimientos encontrados en el río de las libélulas. Buenas vibras les dabas a lo voladores, los que se llevaran los secretos a su vida acuática para volver a contarlos al hacer la muda.

Estupendo y sedoso cuento-relato de verano.

bon dia.

Merche González dijo...

Entrar en comunión con la naturaleza, sentirla, sí creo que es una experiencia "religiosa" plena.

Sentir que la vida nos da esa oportunidad de hacer realidad los sueños infantiles, sí creo que es una experiencia "religiosa" plena.

Compartir y revivir el momento, sí creo que es una experiencia "religiosa" plena.

Besos

Elvira dijo...

¡Pero qué belleza, y amiga tuya, en tu mano!! No me extraña que le cayeras bien, vaquiña!

Besos de libélula

PD: Y qué bien lo cuentas!

Sra de Zafón dijo...

Hooola Marce!!!
Intento pintar de colores cada uno de mis días, pero cuando más fácil me resulta es cuando estoy envuelta por la frondosidad. Soy muy de espesuras verdes. El agua, los árboles, los musgos, las hiedras,los fieitos...
Creo que mi color preferido es el verde fraga (nada que ver con el verde Iribarne):-)

un beso con reflejos de río

Sra de Zafón dijo...

Yo también lo creo Mercedes, desde luego lo he vivido de una comunión alucinante con el río, sus seres y los míos...
Es alucinante que de repente creas que si invitas a una libélula a subir a tu mano lo va a hacer, tan alucinante creerlo como que ocurra.
Es alucinante estar leyendo sentada dentro del río viéndolas revolotear y tener ganas de jugar con ellas, llamarlas y que vengan hacia ti y que se te posen por todas partes, lo juro, jajajaja alucinante y mágico.
Besos alucinantes :-)

Sra de Zafón dijo...

Ay Elvira, si me vieras, era como estar dentro de un cuento donde todo era posible.volví a creer en la magia como de niña.
Besos de cuento de río.

Ofelia Gasque Andrés dijo...

Hola Maria Jesús,
veo tu pelo brillante, vibrante de colores iridiscentes.....en cada mechón dos alas sonadoras, sanadoras, primorosas.

Podría leerte horas.

Libélulas, mariposas, besos**

(Escribo desde un teclado alemán que no tiene la espanyola letra enye. La has de poner en la palabra sonadoras, aunque también podría ser que del aleteo de las libélulas suenen sinfonías, oíste algo?)

Sra de Zafón dijo...

Hola Ofelia!
sonadora y soñadora casi suena a lo mismo :-)

la sinfonías de las alas de libélula siguen sonando en mi corazón.
Estos días, en otras geografías, seguí jugando con ellas y me mostraron un lugar donde viven sus crías, tan livianas que parecen flotar en vez de volar. Una preciosidad.
Besos con alas iridiscentes