Hace algún tiempo usé las notas de esta pieza como peldaños por donde trepar de mis acantilados más inhóspitos.
Con esta música encontré las ganas para decidir ser feliz a pesar de algunos pesares bastante pesarosos.
Hoy, paseando por la arena, lo lirios de mar la tocaron para mí llénandome de presagios con alas de gaviota.
Escuché decir a a un neurólogo que deberíamos usar la música para povocar el ánimo deseado, y que, aunque cada persona ya lo suele hacer instintivamente, deberíamos de ser capaces de hacerlo de modo consciente y así poder manejar mejor nuestras emociones y sentimientos.
Ahora quiero sentir melancolía y me pongo "Drive on Night" de Bruce o me pongo a Aute o a Nick Cave y me paso media tarde añorando mi añoranza.
Que lo que necesito es llenar mi añoranza de ternura pues me pongo a Jeff Bucley, Cohen,Nick Dracke o de nuevo a Bruce.
Que quiero derretirme del azul al lila pues Antony and the Johnsons
Que lo que me pide mi desgana es sentir la fuerza de la vida pues "I´m fire", "Cover me" "Spare parts" también de Bruce
(Parece que Bruce tiene el laboratorio con las píldoras que mejor me van :-)
Que la adrenalina se ha apoderado de mi, pues Ludovico Enaudi y Rodrigo Leao
Que quiero una noche de verano estrellado y verbenero pues enchufo a Rubencito Blades y a los Gipsy Kings y canto a voz en grito caminando por la calle yo te vi
Que quiero escribir de los bosque pues Alsdair, o Luar
Que quiero salir a flote pues Macaco y "Su mano levanta"
Que quiero escribir de amores pues Bebo y El cigala o... mil canciones más
Pero hoy escucho una y otra vez la canción de estos lirios porque quiero...¿ qué quiero? no tengo ni idea, pero es preciosa.
Menuda agricultora estoy hecha que no sabía que el brécol da flor...
Ya lo habíamos plantado antes, pero nunca había florecido sobre el huerto, y los que compro jamás me habían mostrado la ganas de vivir como éste. Así que mi cabeza, todavía tan urbanita (he pasado muchos más años cosechando la verdura de estanterías que del huerto) no podía ni soñar con este regalo.
Los he arrancado y arrojado a la olla, pero he de confesar que tuve la tentación de dejar que el huerto se salpicase de amarillo aunque no pudiese comérmelos.
¡Menuda vaca ignorante! Espero que me perdone San Isidro, que, además de patrón de los ingenieros agrónomos, lo es de los labradores.
Hoy fui a visitar a una amiga que muere de vieja y vive paralizada sobre su triste cama.
Apenas la reconocí tras los rasgos temblorosos y los miembros retorcidos en los que el paso de la vida la ha envuelto.
No puede hablar, pero reconoce y entiende a todo el mundo. Sólo dice sí y no con un levísimo movimiento de cabeza mientras pierde las palabras, que por todos los medios intenta fabricar, en una boca que no le obedece y que incluso ya le ha jubilado los dientes. Pero sus ojos nos lo dijeron todo.
Primero la emoción de vernos los llenó de lágrimas, luego las ganas de decirnos cosas los abrió como platos, luego el cansancio llevó al reposó a sus párpados dejando a su agarrotada mano hablando con la mía, para más tarde volver a abrirlos, ahora empapados de resignación , y decirnos con una mirada tan clara como su piel un "Ahora soy esto, pero detrás sigo estando yo."
Le di las gracias por todo el tiempo que dedicó a hacerme feliz, por las maravillosas historias que me contaba, las deliciosas filloas que me preparaba, por lo bien que siempre lo pasamos en su casa, pero sobre todo porque desde siempre me hizo saber que ella sería mi madre siempre que me hiciera falta...
Al dejarla encontré una tela de araña que todavía guardaba el agua caída la noche anterior
Metí la cámara bajo la puntilla de diamantes y disparé sin saber si estaba enfocando bien (no me cabía la cabeza y la araña tenía cara de mosqueo) luego seguí buscando gotas entre la hierba. Sonaba el río que tanto ama Manuela y le pedí que se la lleve pronto. Al llegar a casa y descargar la cámara vi esta foto de mi corazón a día de hoy.
Mi prometida me mandó besos rebozados de arena desde el universo paralelo en el que vivimos.
Fui a recogerlos y me encontré estas flores que os traigo hoy.
Ella no sabe que cuando entré a su blog y vi su entrada dunar yo ya había hecho la mitad de estas fotos y pensé ¡ay, sí andamos por los mismo pétalos! :-)
Pero sí que sabe que nuestros blogs se tiran flores y que por nuestras sendas químicas discurren percepciones y emociones muy parecidas.
Estoy enamorándome del lirio de mar, cada vez más.
Prometí dedicarle una entrada el día que consiguiese hacer una foto de diez, y aunque las fotos no son de diez, ni se asoman a semejante nota, sí son de arena y duna, con lo que hoy pegan mucho con sus hermosas y sugerentes palabras:
¨En la arena las plantas se transforman en seres, a veces, casi del reino animalia”
Esta flor, de la que no se el nombre, pero de la que estoy profundamente enamorada, además de por su evidente belleza, por su deliciosa fragancia y delicada textura, te la dedico a ti, Marce, para que desnudes su alma en esta entrada.
Hoy me enteré que era del reino animalia...
Estoy segura de que sabes leer todos los secretos escondidos entre hojas, raíces y pétalos. Segura de que puedes ver el tiempo que invierte en fabricar sus hojas, o el que dedica a mirar al cielo o al suelo.Segura, también, de que sí la has conocido, ya te habrá contado porqué le gusta tanto mirar al mar...
Esta entrada te la dedico a ti, Marce, al hombre que es capaz de hacer florecer los rios y dejarse estar en la duna mientras el sol se va.
Cuando tenía cuatro años y contaba lo mucho que me gustaba el olor de las hortensias la gente se reía y me decía que no olían a nada. Mi abuelo sonreía y, a modo de consuelo, me decía que la ciudad mata el olfato y que todos en mi familia, menos él, mi tía Horetensia y yo, tenían las narices muertas.
Llegué a imaginar un entierro ¡de narices! donde en vez de flores ofrendaban ambientadores con forma de pino, y en vez de velas el famosísimo ambientador azul de mecha de Stanhome.
Pero para poder ver a mi familia sin rastro de nariz, ya que la imaginación no me daba para todo lo que ellos creían, tuve que ir rasgando todas las narices que encontraba a mi paso por los portaretratos.
Esa tarde cuando relaté, inocente e ilusionada, aquel cortejo fúnebre imaginario, y les mostré la imágen de cada uno tras la mutilación de napias (a mi madre y a mi padre el día de su boda; a mi tía, su encantador marido y sus insoportables hijos el día de la comunión de estos; a mis abuelos, bisabuelos y a todo aquel que viviese dentro de un portaretratos en el salón de la casa de mis padres) no solamente no gustó a nadie (que no fuese mi abuelo, mi cómplice de la infancia) que hubiese hecho ese ejercicio visual absolutamente necesario, si no que incluso el experimento les disgustó hasta la preocupación:
Mi madre dijo: ¡ Dios mío, lo de esta niña no tiene nombre! ¡Menudos disparates se le ocurren! ¿A quien habrá salido?
Mi tía (la hermana de mi madre) : Con esa imaginación va a acabar siendo feísima. Mira si no Gloria Fuertes
Mi abuela materna: ¡No digáis tonterias! Es muy pequeña y muy lista sí, pero no os preocupéis, que en cuanto le gusten los chicos, la imaginación y la inteligencia las usará para cazarlos.
Mi abuela paterna: -Sí ya , claro ,y tú le cargarás la escopeta como se la cargaste a tu hija... ¡Pobre hijo mío en qué nido de arpías se metió!
Y en medio de todo ese alboroto mujeril llegaba, revolotenado con su luz de mariposa, ella, mi tía Hortensia, el hada madrina que pegaba los cromos con mermeladas y caramelo para el flan, que añadía flores a las ensaladas, rellenaba de deliciosa crema amarilla las filloas, y me hacía bocadillos de leche condensada a escondidas. Entraba, sonreía, me cogía de la mano y, señalando con su mirada sus pies en puntillas, me invitaba a imitarla y me sacaba de allí en una suerte de baile mágico que pasito a pasito nos libraba de aquella madeja de lios de suegras y nueras en busca del poder que nunca obtuvieron, y me llevaba a la huerta a recoger pétalos de hortensia que sumergíamos en agua antes de dejarlos a la luz de la noche para poder lavarnos con su perfume al día siguiente.
Mientras dejábamos caer los pétalos en el agua, me decía:
- Pide un deseo. El agua de flores puesta a luz de la noche te lo concederá.
- Que de de mayor pueda ser como tú
- ¿Y cómo soy yo? -preguntaba muy divertida - ¿ Una triste soltera, alocada y salvaje, como piensan tu abuela y tus tías, o un hada divertida como dices tú?
- Eres... buena, alegre, y muy rica porque hueles a hortensias.
-¿Y a qué huelen las hortensias?
- Las hortensias huelen a ti.
Las hortensias me siguen oliendo a ella, a dulzura, frescor, alegría, verano, libertad, comprensión, delicadeza, belleza, luna, agua y sol.
Por aquel tiempo descubrí que para los olores a penas hay matices en forma de palabro que los defina. Así como los colores tiene nombres para cada matiz (azul cielo, azul marino, rosa fucsia, rosa palo, marrón café, marrón chocolate, verde agua, verde pino, incluso verde marujita...) los adjetivos para olores aún están por nacer...
Así me siento yo ante las historias con las que me encuentro cada día... Intento comerlas como las vacas comen la hierba: saciando mi hambre, en ese breve tiempo que transcurre sin piedad, para luego poder rumiarlas durante largas horas con tranquilidad y paciencia.
Algunas de estas historias no tendrían que haber llegado a mí, como la que inaugura este blog. Pero he de confesaros un secreto: en mi vientre vive un imán atrapa historias... que atrae a personas que tendrían que haber entrado en otros despachos, otras aulas, otros locales sociales, otras cafeterías, otros pubs, otros supermercados u otros lo que sea.
Lo más hermoso que me han dicho en la vida me lo dijo una redera de 99 años: "Mociña, tu voz limpia mis penas como la marea arrastra las algas de la arena, ¿no te vendrías a vivir conmigo?
Ese día me negué, pero viví con ella un año, mientras preparaba una oposición que no aprobé y hasta que ella se echó novio y ...yo también, pero esa es otra historia...
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