Cuando era pequeña soñaba con tener amigas y amigos diminutos con alas de libélula. Pequeños seres mágicos que al posar en ellos mis secretos sonreirían con amor y me alentarían, revoloteando a mi alrededor, incitándome a ser yo, y no aquella que la mayoría de los adultos que me rodeaban querían dibujar sobre mi.
Seres que podrían colarse hasta por el ojo de la cerradura del portón de la casa grande de mi abuela para llegar a consolarme mientras la vida dormía su tediosa siesta bajo el sol de la siega de agosto, y yo me sentía tan desterrada y sola.
Seres que me mirasen cómplices y me alentasen disfrutones.
Seres con los que compartir los arañazos en las piernas, los vértigos sobre los árboles y los anhelantes amores y exóticas aventuras de los libros de los mares del sur.
Seres amantes de recónditos y frondosos lugares donde pintar los días de colores en vez de dejarlos escapar en blanco y negro.
Seres de transparencias azules, verdes y marrones tan intensas que no hubiese en el mundo joya que las pudiese igualar.
Y esta primera semana de agosto, en un apartado río, estalló sobre mi aquella alegría infantil.
No sé como son las experiencias religiosas porque nunca las sentí, pero sentirme rodeada de libélulas, que no sólo se pasaban los días posándose sobre mi pelo, hombros, brazos y rodillas, si no que se dejaban invitar por mis manos fue lo más parecido a una comunión con el río y sus seres jamás vivida por mi.
Sólo tuve que usar una frase:
- Hola preciosa ¿quieres subir? -
Y subieron todas y de todos los colores, sólo que hacer fotos y acordarme de darle a la flor en vez de la montaña…me costó.
También hice un vídeo, que desde donde estoy, no lo doy subido.
Pero hoy vengo aquí a contaros que ya puedo decir que colgué de sus alas mis secretos y los dejé prendidos en ellas sobrevolando el río, pero además que disfruté como una niña que comprueba que la magia con alas vive allí, en esta casa de las libélulas.
Aquí os dejo en fotos parte de la secuencia.
Además quiero contaros que recibí un hermoso premio de Sies...que en cuanto vuelva a casa compartiré y repartiré.
Besos libelulinos.