jueves, 22 de abril de 2010

Pues nada...que las microviolas han tenido visita


Techo y paredes de laureles y castaños

Mobiliario ergonómico entre las piedras de los muros que cerraban las huertas

sopa de ruda, mirto y agua

pastel de chocobarro

Habanos de heno  liados con las hojas de las libretas del curso que acababa de terminar y

  EL AJUAR:

Manteles y servilletas hechos con periódicos y fotonovelas
Platos y cubiertos viejos, de abuela feliz con las vacaciones de sus nietos.
Jaulas de grillos fabricadas por algún viejo del lugar, 
Frasquitos de cristal, de la última  inyección de algún abuelo, donde poder guardar, por un rato,  las mariquitas mascota.
Sombreros atrapa mariposas con mariposas atrapadas. 
Botellas y frascos florero.
Collares, pulseras y anillos de margaritas, y otras flores silvestres.
Maquillaje de teja de barro,  lapiz de labios de piedra roja, y  espejos de armario roto arrojado por algún vecino  a la  hoguera de San Juan.

Jugábamos a las casitas, a ser mujeres de hombres que no nos hacían ni caso y muy buenas mamás. De vez en cuando, además de jugar a ser amitas de casa,  nos convertíamos en diosas creadoras de hombrecillos, eso sí, hombrecillos muy piadosos y obedientes,  e  incluso oficiábamos  misas…siempre y cuando en el prado hubiese las suficientes amapolas para llenar los bancos de la iglesia   con estos frailes.

Un fraile, otro fraile, un monaguillo, otro monaguillo..
 las ostias, de comer,  eran botones de mandilón :-)


También teníamos escopeta de balines,  tirachinas y cuchillos de verdad, pero esa sería otra historia.

La de hoy son estos recuerdos  bailando en mi cabeza  y acariciando mi estómago como alas de mariposa, al ver las amapolas en el prado del vecino y recordar los monaguillos de mi infancia.


Mis  curas de aquel tiempo, además de sentarles mal el aire acondicionado del vaticano,  se llamaban igual que los de Rubén Blades y  en su iglesia también colgaba  el cristo de palo de la pared....


jueves, 15 de abril de 2010

Las microviolas o violas silvestres del otro día

Os las dejo aquí, con el entusiasmo del día que las encontré, aunque estos días haya estado desaparecida en combate.
Son más pequeñas que la uña de mi dedo meñique.  No sabía que existían.  Yo sólo pretendía atrapar las flores rosas estas que nacen junto al mar para mostrárselas a Elvira, cuando me encontré con ellas y el entusiasmo del descubrimiento me arrojó al suelo a fotografiarlas.

Me fascina la perfección de lo pequeño, me hace creer en seres diminutos que adornan sus microfloreros con ellas. Gnomos, elfos, trasnos, y toda suerte de diminutos que corretean temiéndonos.
Me había dicho a mi misma que mi blog no es un blog de flores, pero es casi imposible en plena primavera no traeros estos regalos.
Mi prado está preñado de primavera

Besos




martes, 6 de abril de 2010

¿Quién me ha robado el mes de abril?




Era  sábado por la tarde  y abril entrando lleno de  lluvia
se metió en mi cámara.

He de confesar que salí armada de botas de agua , impermeable y  paraguas y que me adentré en el corazón del prado poniendo en riesgo la integridad de mi cámara, y de mis posaderas (pegué un patinazo que me dejó sentada en medio la hierba con el culo mollao)  pero es que estas flores me estaban llamando:
¡Vaca, vaquiña, veeeeeennnn!
 Y era a mí, os lo juro, porque en mi  prado, ese rato, no había otra vaca.

Cuando llegué a ellas y pude verlas, tan mariposas y tan presas, un relámpago recorrió mi espalda recordándome  al hombre del traje gris al  que alguien robó el mes de abril ... que él guardaba en el cajón, donde guarda el corazón...

Y como no quiero preguntarme  ¿Cómo pudo sucederme a mí? juré ante mis cuernos de vaca vestirme de buzo si hace falta,  y proclamé  a los vientos que  a mí,  nadie me roba  el mes de abril.


Esto ocurría  el pasado sábado, así que supongo que la amenaza de una vaca con traje de neopreno paseándose por un prado gallego  asustó a las nubes que viajaban repletas de agua, porque desde el mismo instante  en que elevé mis intenciones al cielo  luce un maravilloso sol.



lunes, 5 de abril de 2010

El círculo

Estos días hablé tanto,  y con tanta espesura emocional,  que me he quedado sin fuerzas para hablar e incluso para pensar, pero aún así tenía muchas ganas de venir a meter la cabeza por este otro mundo donde también  vivo y también quiero.
Venir a meter la cabeza por mi pantalla para que salga por la vuestra.
Meterla para traeros mis carnes abiertas  y  recibir mi dosis de vos

Estas fotos son del rato que hoy pasé tumbada y en silencio tras un muy agradable paseo. 

 Mi cabeza todo el rato se iba al sentimiento circular de   una de mis amigas, haciéndome rodar sin principio ni fin,  y a esta canción de Kevin Johansen, pero el tacto da herba de namorar, el viento con olor a algas  y  el paso de las nubes consiguieron, además de ventilar mis espesuras  y refrescar mi corazón,  aligerar  el peso de unos días  sintiendo  el círculo que mi amiga alimenta dentro de su corazón.




Besos